Antes de comenzar con el tema del día, quisiera hacer un breve inciso relacionado con las palabras que el portavoz de la oposición me dedicó ayer en este mismo espacio. Sinceramente tengo que reconocer que el alto concepto que de mí tiene el señor Fole logró ruborizarme. No obstante, les aseguro que mis aspiraciones son mucho más modestas y se centran exclusivamente en Vilagarcía y en los vilagarcianos, que no es poco. Conseguir lo mejor para mi ciudad es lo que más me enorgullecería y con lo que me sentiría plenamente realizado.
Dicho esto, paso al tema que nos ocupa: Estoy seguro de que la mayoría lo entiende. Pero hay quien todavía no, lo cual es malo, teniendo en cuenta que tuvo responsabilidad de gobierno, o no lo quiere entender, lo cual es casi peor, precisamente por lo anterior.
Vamos a ver: La concesión de licencias, como la aprobación de un estudio de detalle, es un acto reglado. Es decir: Quien lo solicita o tiene derecho o no lo tiene. En el caso de Megasa, el Concello dio su visto bueno al estudio de detalle porque la propiedad tenía derecho a ello. Y lo hizo de acuerdo con los informes técnicos, incluido el del asesor jurídico, o sea, yo. Por lo tanto, la sentencia del Tribunal Superior no hizo más que ratificar que el Concello actuó correctamente y sus técnicos también.
Pero hay algo que algunos siguen sin entender o no lo quieren entender, tratando así de desviar la atención: Un estudio de detalle solo sirve para ordenar volúmenes y nada tiene que ver con la actividad que va a acoger esos terrenos. Es ahí donde está la clave del asunto. Y aquí volvemos al principio: En el expediente del estudio de detalle se citaba -sin venir a cuento, o quizá sí- “Alcampo”, algo que se negó, y eso significa que o se sabía y se negó, lo cual es malo, o no se sabía porque no se leyeron el expediente, lo cual casi es peor.
En el momento en que los propietarios promovieron el estudio de detalle, el Concello tramitaba la revisión del Plan General. La previsión para los terrenos de Megasa era el uso residencial, lo que implicaba cerrar las puertas a la instalación de un hipermercado, sobre
lo que existe consenso entre 2/3 de la corporación municipal y los comerciantes. Sin embargo, la tramitación del Plan se paralizó, de modo que los que ahora no entienden o no quieren entender, o lo hicieron a sabiendas de que eso favorecería abrir las puertas al campo, lo cual es malo, o no sabían cuál era la previsión para esos terrenos, lo cual casi es peor, porque demuestra que en dos años no se leyeron ni el índice del Plan. Si lo hubieran hecho habrían tenido la oportunidad de cerrar las puertas al campo.
¿Cuál es la consecuencia de este modo de actuar? Pues que por acción o por omisión de quienes pudieron revisar el Plan en tiempo y forma, los promotores lo tienen ahora mucho más fácil, al ampararse en unas normas en vigor y en una licencia de actividad que no depende del Concello, es decir, de los ciudadanos de Vilagarcía, sino de una administración superior que, como el Concello, también se encuentra ante la tesitura de que el promotor o tiene razón o no la tiene en su solicitud de licencia. Son las cosas que tiene el estado de Derecho. Y de ahí el informe de la secretaría sobre la inviabilidad de la suspensión de licencias.
Por lo tanto, el objetivo de cerrar ahora las puertas al campo es harto difícil, salvo que, como propone Zona Aberta, prospere la vía de una modificación puntual del plan general que, en cualquier caso, debe aprobar la Xunta.
Pero eso no es incompatible con que sigamos pensando lo mismo: El modelo de futuro que esta ciudad necesita no tiene ni debe pasar por la instalación de grandes superficies comerciales. Otros creen que si, y es legítimo. Sin embargo, la responsabilidad de que se abriese o cerrase la puerta a tiempo fue de quien tuvo el pomo en la mano y no movió un dedo, porque no quiso, porque no pudo o porque no supo.
*Alcalde de
Vilagarcía de Arousa