Ya conocen ustedes el cuento. Los montes se pusieron a temblar. Se amenazaba un tremendo cataclismo. Y al final, salió un ratón. Justo, justito, lo mismo que ha acontecido con el anteproyecto de reforma de la administración local, que no funciona, ayuntamientos, refuerza las diputaciones y –eso si- reduce el número de asesores, con lo que la “mamandurria” tendrá forzosamente que ser menor.
Por lo demás, nada con sifón. A quién se le ocurre –es este momento- reforzar las diputaciones, cuando elementos del propio gobierno venían denunciando –por activa y por pasiva- la clara necesidad de suprimirlas. Y si alguien tiene dudas al respecto, que mire para Orense. Aquello parece el ejército de Pancho Villa.
Por otra parte, nada se dice de la cacareada fusión de ayuntamientos, que en muchos concellos gallegos se hace mortal de necesidad. En pocas palabras: se renuncia a la supresión de ediles pero -¡eso sí!- se fortalece el blindaje de las diputaciones. O sea: ¡Atenme esas moscas por el rabo! ¿Y qué opinan los alcaldes a cerca de esta ceremonia de la confusión? Pues uno dice que “la administración debería adelgazar por arriba y ya no más por abajo, porque están dejando a los pueblos sin servicios “y esto lo dice el alcalde de MURAS, que es “pepero”. Y como en este país se piensa más en los partidos que en bienestar de los ciudadanos, viene el PSOE y manifiesta su “rechazo beligerante”, ya que –según este partido- “se ataca al municipalismo”.
Total y para resumir: el 47% de los ediles de ayuntamientos de más de 20.000 habitantes no verán un euro de sueldo. Estamos hablando de Galicia y ocho alcaldes gallegos de municipios de menos de 1.000 vecinos, idem de lienzo: apuntarán su sueldo antiguo en una barra de hielo y la meterán en el horno. O sea, que el anteproyecto de marras pretende que la mayoría de los concejales trabajen sin cobrar, como en los tiempos de Francisco Franco.
Ya veremos si las renuncias a las sillas edílicias no forman legión. Para mí, que sí.