Dientes, dientes...

Dientes, dientes, que eso les jode”. Esta expresión no es mía, corresponde a una conocida tonadillera en pleno esplendor profesional y cuando era protagonista, día sí y día también, de las portadas de las revistas del corazón por un idilio amoroso con Julián Muñoz. Al inicio de la relación, el exalcalde de Marbella, a tenor de la justicia también de dudosa reputación, se enfadaba con los fotógrafos cuando tomaban imágenes de sus paseos. Conocidos son sus exabruptos descontrolados, propios de una persona que se encuentra fuera de sí y que se definía a sí misma cuando arremetía contra quien, simplemente, hacía su trabajo. Vamos, igualito, o casi, que lo que hizo un vecino de Cambados hace unos días cuando agredió de forma gratuita a un fotógrafo del Faro. Por cierto, vaya desde aquí mi solidaridad y apoyo a Noé Parga y a todos los que, como él, dignifican cada día la labor del fotoperiodista. Bien, llegado un punto de no retorno, su novia, o sea, Isabel Pantoja, trataba de contener esos impulsos primitivos de su “macho” repitiendo sin parar la frase con la que comencé este texto.
Evidentemente, no es lo mismo, pero a mí me dio una sensación similar con la sonrisa de la presidenta de la Autoridad Portuaria de Vilagarcía, Sagrario Franco, cuando justificaba la cesión del edificio de la antigua Comandancia de Marina a la Asociación de Jóvenes Empresarios (AJE) de Pontevedra para que disponga de una sucursal en Vilagarcía, bajo el paraguas de facilitar un espacio para el emprendimiento. De todos es sabido que el gobierno local pretendía ubicar allí un centro de salud, al tratarse de una zona accesible, con bolsas de aparcamiento en las inmediaciones y cercana a la parada de autobuses y la estación de tren.
La discrepancia y la disparidad de pareceres entre el Puerto y el Concello de Vilagarcía es más que evidente y, a pesar de que ambas instituciones están condenadas a entenderse, ya ni siquiera guardan las apariencias en público. Pero lo peor quizá no sea esto, sino que tampoco se esfuerzan en disimular el divorcio ni en los actos institucionales. La ausencia de representantes del gobierno local en este acto así lo evidencia.
El mensaje que querían transmitir quedó meridianamente claro. Sin embargo, entiendo que su presencia allí era obligada aunque solo fuese para sacar la mejor de las sonrisas y mostrar los dientes para expresar allí mismo que ese proyecto de la Autoridad Portuaria no encaja con el modelo de ciudad que los socialistas tratan de sacar adelante. Este enrocamiento político, tanto de unos como de otros, perjudica de forma directa al conjunto de la ciudadanía. Da la sensación de que nada cambiará hasta la siguiente cita electoral para conocer si se produce un relevo o no en la entidad que marca el ritmo económico de Vilagarcía.
Desde el Ramal hasta la Comandancia hay un amplio espacio para el entendimiento. Solo hace falta voluntad política y no echarse las culpas unos a otros para entrar en un bucle de no retorno. Puede que esa frase de los dientes encaje con una tonadillera y un político seducido por la buena vida, pero no para dos instituciones serias. Hagan de tripas corazón y busquen la paz y el entendimiento institucional, que está por encima de las personas, en lugar de seguir alimentando a un monstruo al que ya le empiezan a salir, más que dientes, colmillos.

Dientes, dientes...

Te puede interesar