Fraga era un confeso hincha del Deportivo; de hecho, el club le regaló una camiseta con su nombre y el número 1 –número muy apropiado para don Manuel–, pero también podría llevar estampado el 5 –el clásico del defensa central–, dado su carácter expeditivo. Demostró esa contundencia en numerosas ocasiones, por ejemplo, cuando se cargó a Pedro Crespo. “Lo echamos a patadas cuando nos olimos algo raro, a pesar de que había sido propuesto por un gran hombre de Galicia como fue el señor Cuiña”, explicó en su día el expresidente de la Xunta. El cheiro, más apestoso que el de Bens, aumentó en intensidad y llevó a Crespo al banquillo y a la cárcel por el caso “Gurtel”. Y ahora Garzón, no el tal Alberto, sino el genuino, Baltasar, podría repetir la jugada: banquillo y cárcel. Por de pronto, el juzgado ya ha admitido la querella que Crespo presentó contra el juez prevaricador por “confabular” para hacerse con el sumario de la corrupta trama. Bien del todo no huele, ¿no?