La cambadesa Sara Aguado, que se ha convertido en un símbolo del activismo arousano por los derechos de las personas transexuales, denunció el martes a un hombre por proferir insultos tránsfobos contra ella, intento de agresión y expresas amenazas de muerte cuando se encontraba en un bar de la localidad.
Aguado relata que llegó a temer por su integridad: “Si no llega a ser por el dueño, me agrede”. Y ahora, en frío, reconoce que le da “miedo salir de casa” porque, tras llamar a la policía, le juró que “me iba a fastidiar la vida”.
“Solo intento vivir mi vida”
No es la primera vez que sufre un ataque similar y ayer se lamentaba: “Que te vuelva a pasar, y además que ya te amenacen de muerte..., es increíble. Parece que vienen buscándome y yo solo intento vivir mi vida, no me meto con nadie. Solo espero que no se archive otra vez”. Con ello se refiere a la denuncia contra una camarera por agresión verbal y tras la cual intentó pasar página y que este episodio solo sirviera para dar impulso a sus objetivos de futuro: concienciar sobre la discriminación de las personas transexuales en el ámbito social y laboral, especialmente.
Todo ello a pesar de que episodios discriminatorios de menor calado no faltan en su día a día. De hecho, poco después, en su trabajo como barrendera municipal, aseguró haber sufrido “bullying” y ahora suma lo del martes, acontecido, según relata, simplemente por su identidad de género. Cuenta que estaba jugando con su perra y los hijos de los dueños del bar cuando este hombre, en compañía de otro, empezó a “mirarme mal, a faltarme al respecto y luego a proferir insultos transfóbicos. Le intenté explicar que soy mujer, pero no dejó de alterarse, hasta se plantó delante de mí, cara con cara”.
A la vista de su agresividad, llamó a la Policía Local, que abrió diligencias identificando a estas personas, pero cuando los agentes se fueron “volvieron a entrar y fue cuando uno me amenazó de muerte e hizo un gesto como de cortar el cuello, asegurando que me iba a fastidiar la vida. Ahí empecé a grabar y por fin se marcharon”.
Aún con el miedo en el cuerpo, porque está convencida de que si el hostelero no llega a intermediar, “este energúmeno me agrede”, llamó a la alcaldesa, Fátima Abal, de la que siempre ha obtenido gran apoyo. La acompañó a interponer la denuncia ante la Guardia Civil y también puso los hechos en conocimiento de la asociación Nós Mesmas, que también ha condenado estos hechos, que podrían ser constitutivos de un delito de odio.