13º-17º
martes | 14 mayo | 2024
La sección compostelana de la Audiencia Provincial de A Coruña condenó a 15 años de prisión y a 8 de libertad vigilada a un barbanzano que abusó sexualmente de manera continuada de dos sobrinas cuando tenían entre 8 y 11 años. Además, el tribunal le impuso la inhabilitación especial para cualquier oficio o profesión que conlleve contacto regular y directo con menores durante 8 años, mismo periodo que le fijó de libertad vigilada. La sentencia también le impone la prohibición de comunicarse por cualquier medio y de aproximarse a menos de 300 metros de ambas sobrinas, de su domicilio y centro de estudios durante siete años respecto de una de ellas y de cinco de la otra. En concepto de responsabilidad civil, el condenado deberá indemnizar con 40.000 euros a una de sus víctimas y con 30.000 euros a la otra.
El fallo considera al procesado autor criminalmente responsable de un delito continuado de abusos sexuales y lo condena a 12 años de cárcel, mientras que por otro delito de abusos sexuales le impuso otros tres años. Los magistrados relatan en la sentencia que el condenado “tenía una relación estrecha con sus sobrinas, que solían acudir a reuniones familiares en su casa y pasaban allí tardes y noches como consecuencia de las obligaciones laborales de sus padres”, y consideran acreditado que cuando la sobrina mayor cumplió nueve años el barbanzano acusado comenzó a abusar de ella.
“Hechos similares ocurrieron en numerosas ocasiones a lo largo de dos años, cuando el acusado estaba en casa y no embarcado”, indica la Audiencia, que subraya que le decía a la niña “que lo que estaban haciendo era normal, que a sus amigas también se lo hacían, que todas pasaban por eso”.
Y señala que cuando la menor tenía unos 11 años “tomó conciencia del alcance de esos hechos, se negó a que su tío la tocase y evitó las ocasiones en que pudiese volver a hacerlo”. En la sentencia se recoge que el procesado también abusó de la hermana pequeña de la víctima desde que tenía 8 años. “Al cumplir los 11 años, comenzó a evitar a su tío. Este le insistía para que accediese a sus peticiones, ofreciéndole una recompensa y comprarle algo que le gustara, requerimientos y ofertas que se repitieron en años posteriores”, señalan los magistrados.
El tribunal dio credibilidad al testimonio de las víctimas, a pruebas presentadas como los mensajes de WhatsApp que mandó a una amiga contándole lo sucedido, y la grabación que una de ellas hizo de una conversación con su tío. La sala dio validez a esta última al indicar que “es la menor la que se encuentra en situación de inferioridad y no vulnera un derecho fundamental cuando, para poner fin a un comportamiento delictivo y reforzar su credibilidad, para que los demás la crean en una situación de la que es víctima, utiliza uno de los pocos medios que tiene a su alcance para desenmascarar a la persona que está abusando de ella”, y quería evitar futuros atentados contra la libertad e indemnidad sexual. En esa conversación, tal y como se escuchó en el juicio, el acusado le ofrece dinero y habla de hacer lo que hicieron antes, entre otras cuestiones de índole sexual.
