Una testigo del juicio por abusos declara que no denunciaron antes por “miedo a que no les creyeran”

Una testigo del juicio por abusos declara que no denunciaron antes por “miedo a que no les creyeran”
Imagen de la primera sesión del juicio contra el cura, el martes | g. garcía/ pool

La sección cuarta de la Audiencia Provincial de Pontevedra acogió ayer la segunda sesión del juicio contra Segundo C.V., el sacerdote cambadés del colegio Salesianos de Vigo, acusado de doce delitos de abusos sexuales a seis menores. Durante esta jornada comparecieron tres de las presuntas víctimas que quedaban por declarar, así como otros jóvenes que fueron testigos de lo ocurrido en el verano de 2019, durante un campamento que dirigía este sacerdote y que estaba organizado por el colegio María Auxiliadora, a través de la asociación juvenil Abertal.


En ese campamento, según relataron las víctimas, el acusado les tocó los genitales e introdujo la mano dentro de sus pijamas o de sus sacos de dormir. Según una testigo, una noche “hasta once veces” le tocó sus partes íntimas a uno de los alumnos.


La declaración de los denunciantes fue a puerta cerrada y según el abogado Francisco Javier Lago Calvo, que ejerce la acusación popular en nombre de la Fundación Amigos de Galicia, “los menores estuvieron contundentes en su declaración y sin contradicciones con lo que ya habían manifestado anteriormente durante la instrucción”. Por ello, cree que la acusación “ha quedado acreditada”. Además, añadió que en el relato de los chicos no hay “ausencia de incredibilidad subjetiva, ni enemistad ni ánimo vindicativo previo”. “Este señor tenía una gran ascendencia sobre los menores, y para ellos resultaba increíble lo que les estaba pasando”, comentó el letrado en declaraciones a Europa Press.


En esta segunda jornada del juicio uno de los testimonios más llamativos fue el de la chica que animó a las menores, por aquel entonces de 15 años de edad, a denunciar. En sala explicó que sus amigos “no denunciaron antes porque tenían miedo a que no les creyeran”. Así, ella y otra compañera les avisaron: “Como no lo digáis vosotros, lo decimos nosotras”. Los jóvenes relataron entonces los abusos a un monitor del campamento que “se quedó en blanco, en shock” y no hizo nada, por lo que acudieron a otro que les recomendó que por las noches dejaran la puerta de la habitación abierta “y que gritaran”.


Reacción del acusado

Los chicos para “defenderse” juntaron todas las literas y se acostaron “con las almohadas entre las piernas”. Mientras esta testigo declaraba, el acusado se mostró visiblemente nervioso, gesticulando airadamente detrás del biombo. Incluso se retiró la mascarilla para comunicarle algo a sus abogados que se encontraban al otro lado de la sala.


Los monitores del campamento tardaron más de 24 horas en llamar a los padres y poner los hechos en su conocimiento. “La actuación del colegio ha sido totalmente negligente”, sostiene la abogada de tres, Aida Blanco. Y es que no ha presentado denuncia, fueron los progenitores quienes acudieron a la justicia. Esta letrada también subrayó la “valentía” de los jóvenes al denunciar estos hechos “para que no sigan pasando”. “Es sabido por todos los que nos dedicamos a esto que una persona así, por desgracia, no se para. Es decir, podría haber habido otras víctimas”, añadió.


Cabe recordar que la Fiscalía pide para el religioso una condena de 67 años y medio de cárcel como autor de once delitos de abusos sexuales sobre cinco de estos menores y de un delito continuado de abusos sexuales por los tocamientos que sufrió la sexta de las presuntas víctimas.


Además, reclama que a esa pena se le añadan 96 años de libertad vigilada, que no pueda aproximarse a menos de 250 metros y que quede inhabilitado para ejercer la enseñanza a menores o cualquier otro oficio que conlleve contacto regular y directo con ellos. En su escrito de acusación incluye también que, en concepto de responsabilidad civil, el acusado o, en caso de que él no lo haga, el colegio en el que impartía clases de religión, indemnicen a sus víctimas con 82.500 euros.

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