El Pazo de la Saleta celebró ayer su cuarto mercadillo benéfico y, en esta ocasión, el ser vivo beneficiario es un árbol. Un ejemplar de Metasequoia Glyptostroboides, de la única especie viva del género Metasequoia y que, en estado silvestre, está considerada como en peligro de extinción debido a la degradación de su hábitat, en bosques de algunas regiones de China. Se sabe, por el hallazgo de restos arqueológicos, que hubo otras tres, así que no es de extrañar que, en ocasiones, se le llame “fósil viviente”.
Su espectacularidad y crecimiento rápido han propiciado que sea una especie común en jardines particulares, pero aún no tan popular como otras y, de hecho, el ejemplar meisino es uno de los pocos existentes en Galicia. En los últimos tiempos se está viendo amenazado por un compañero, un gran roble de la finca que le quita la luz y el espacio necesarios para que crezca.
El asunto tenía solución: una poda especializada y en altura del roble, pero mediante un desembolso importante, de 726 euros, y “facturas como estas, gordas, tenemos una o dos al año, porque los temporales provocan daños, árboles que se secan...”, explicaba ayer la propietaria, Silvia Rodríguez. Esto sin olvidar otros gastos que implica el mantenimiento y conservación de la espectacular colección botánica de la finca con especies raras y procedentes de todo el mundo, aunque sea más bien conocida por sus camelias.
De este modo, se le ocurrió conseguir algo de ayuda externa organizando un mercadillo de segunda mano con prendas de vestir, elementos decorativos, cuadros, libros e incluso estampitas de la virgen de la Saleta a cincuenta céntimos; a modo de esa costumbre muy extendida en otros países para liberar espacio en las viviendas con enseres que están en buen estado, pero que han dejado de ser los preferidos de la casa. Y el resultado fue muy positivo: “Conseguimos reunir casi la mitad, 327 euros. No esperábamos tanta gente”.
El resto lo aportarán los propietarios, quienes no quieren presentar esta iniciativa como algo caritativo, si no más bien colaborativo y teniendo en cuenta el elevado coste de mantener un bosque como el que tienen. “Mucha gente piensa, por ignorancia, que no hace falta cuidarlo e incluso les parece caro nuestro precio por las visitas, cuya recaudación destinados por completo a su mantenimiento. Pero, a diferencia de otros pazos, no tenemos ingresos como explotación vinícola ni tampoco podemos hacer bodas ni grandes eventos, por falta de espacio y porque no podemos arriesgarnos, tenemos especies muy valiosas y quiero pasarlo a las nuevas generaciones enriquecido, no en decadencia, por eso siempre estoy ideando nuevas soluciones”, añadió Rodríguez.
Los asistentes al mercadillo, compraran o no, no se fueron con las manos vacías, pues por el euro de la entrada se llevaron un brote de camelia exclusivo de esta finca de estilo inglés y no faltaron los descuentos o incluso los dos por uno en algunos productos.