Píldoras de arte en las ondas que curan los tópicos y la soledad

Píldoras de arte en las ondas que curan los tópicos y la soledad
Bernardo Pajares y Juanra Sanz son los autores de “Arte Compacto”

¿Son los museos aburridos? ¿Es la historia del arte una sucesión de fechas y términos? Son frases que todo el mundo escuchó alguna vez y que el vilagarciano Bernardo Pajares y su compañero Juanra Sanz combaten a través de las ondas. Hace ya tiempo que ganaron la batalla.


Como toda buena historia, Arte Compacto comienza su andadura de una forma de lo más casual. Pajares, al que vieron crecer los cruceiros de Bamio, estaba en la capital, trabajando como vigilante de seguridad del Museo del Prado. Corría el año 2013 y se había apuntado a unas clases de inglés. Fue el profesor el que le dijo que perfeccionase su dicción escuchando. Y así fue como se aficionó a los podcast.



Y así también descubrió que las ondas estaban huérfanas de arte. “Y como no había, decidí hacerlo yo”. Su lugar de trabajo fue, claro, su inspiración, que supo unir a una vocación que llevaba un tiempo dormida. “Yo hice Imagen y Sonido. Había hecho prácticas en Radio Voz de A Coruña y lo echaba un poco de menos”, recuerda el vilagarciano.


Todavía falta un poco para que al equipo se una la otra pata. Mientras tanto, Bernardo Pajares comenzaba a hacer sus pinitos. “Me puse con el portátil a grabar cuadros del Prado y de otros museos que me gustaban”, explica. Eran intervenciones cortas. “Hablaba cuatro minutos, porque ese era el formato que escuchaba. Era muy cortito, como cápsulas. De ahí surge el nombre, aunque ahora sea en otro formato”, explica.


La pandemia como inflexión

En 2018, “Arte compacto” da un giro con el amor como leitmotiv. Pajares y Sanz, que también trabaja en el Prado como coordinador de exposiciones temporales, comienzan su relación y se van de viaje a Roma. Aquello fue la oportunidad de oro. “Me costó un poco decirle que sí, pero al final accedí”, explica Sanz, que es historiador del arte y no tenía experiencia previa en comunicación, aunque nadie lo diría escuchándolo. “Yo dije: Ahí tengo la mía”, bromea Pajares. Y de aquel diario de viajes nació el Arte Compacto tal y como hoy se conoce. La historia tras los monumentos y cuadros se mezclaba en aquellos programas con “el salseo”, tal y como lo define Pajares, con “las colas que había en tal galería o dónde íbamos a comer”. “La gente se quedó con nosotros, con esa forma de hablar al micrófono, muy natural, incorporando lo que nos pasa ese día, o esa semana”. No fue el último viaje que llegó a las ondas. En diciembre del año pasado volaron a Miami, visita que hicieron coincidir con la Semana del Arte Contemporáneo. “Es la feria del arte más importante del mundo, las calles se llenan de alegría, de arte contemporáneo”, señala Sanz, que recuerda como “grabábamos mientras íbamos por la calle, le preguntábamos cosas a la gente...”.


Un momento clave para Arte Compacto llega con la pandemia. “Con el primer estado de alarma fue cuando pensamos en contar, cada día del encierro, una hora del Museo del Prado. Fue el momento en el que realmente despegó el proyecto”, señala Sanz. “El programa no estuvo en Spotify hasta febrero de 2020 y teníamos unos 150 suscriptores. Cada día sumábamos cien y ahora tenemos miles”, apunta Pajares que cree que lo que realmente “enganchó” a los oyentes fue escuchar “a dos chicos que eran novios y hablaban con naturalidad, mezclando la vida cotidiana con el arte. Son conversaciones que él y yo podríamos tener sin micrófono, pero con el micrófono delante”.

Sobre el por qué del éxito en plena irrupción del covid, Juanra Sanz lo tiene claro. Precisamente “la gente necesitaba escuchar y estar cerca de otras personas que no hablasen de la pandemia”. Muchos buscaban compañía y otros aislarse de sus compañeros de la celda en la que se convirtieron algunos hogares.


Una apuesta por la diversidad

Fue así como comenzaron a escribir muchos mails de gente que escuchaba su programa desde puntos remotos. Desde Argentina, desde Panamá... También desde Radio 5. Su director, Óscar Torres, era uno de los oyentes de Arte Compacto y el encargado de que llegase a las ondas nacionales. Así fue como el podcast de cuatro minutos se convirtió en un programa radiofónico semanal. Y como la naturalidad de una pareja que fue el refugio de muchos en una de las peores épocas de la historia reciente sigue hoy demostrando que el arte es de todos. Y para todos. Por ello, entre sus programas más vistos está el dedicado al “Guernica”, pero también el que hicieron sobre la figura de San Sebastián como icono gay. “En ese capítulo también hablamos de nuestro despertar sexual, de cómo nos dimos cuenta los dos que éramos gays...” recuerda Pajares. La diversidad, la defensa de aquellas minorías que tienen todavía que luchar por sus huecos, es arte y parte de su programa. Por ello, no es de extrañar que entre los capítulos de este año se encuentre “Ineditad”, sobre una galería con un espacio específico para el QueerArt o “Mujeres protagonistas en las colecciones del Prado”. Hoy en día, Bernardo Pajares es uno de los responsables de Comunicación digital en el museo en el que nació Arte Compacto. Mientras su obra sigue creciendo a paso veloz en las ondas, los petroglifos de Os Ballotes esperan, pacientes, por ese programa especial mirando a Os Lombos.




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