En una de las calles paralelas a A Baldosa, en pleno corazón de Vilagarcía, se viaja cada mes de agosto a retazos del pasado enlazados con el presente. La exposición fotográfica de instantáneas en papel sigue siendo un clásico al que los vilagarcianos –y también los que no lo son–no quieren renunciar.
Colgadas al estilo tendal de ropa la exposición es un puesto de venta de las fotografías realizadas durante la mayor fiesta del año en la capital arousana. En ella pueden verse grupos de diferente magnitud gozando al máximo con una fiesta que siempre ha presumido de ser “del pueblo y para el pueblo”. La tradición sigue pese a que los smarthphone, que hace años ni se veían en la celebración del 16 de agosto, ya tienen su sitio con fundas impermeabilizadas y llamados a ser los que inmortalicen los grandes momentos líquidos. Eso sí, parece que todavía hay cientos de personas a las que les gusta algo que ya suena a “vintage”. Lo de hacerse con una fotografía en papel, tocarla y destinarla a un marco o álbum de fotos que deje evidencia de lo bien que se lo pasaron en la Festa da Auga. Y es que, a veces, lo digital es efímero y los recuerdos son los que permanecen en lo que es tangible como el papel, que nunca falla.