Ser voluntario

Es una opción personal. Es una respuesta de ayuda a las personas que más lo necesitan. Es una forma de actuar contra las discriminaciones que diariamente vemos en nuestra vida. Y es que ser voluntario es un camino a recorrer para estar más cerca de aquellos que son los últimos de la sociedad, los que precisan de nuestra ayuda de nuestro apoyo para superar una situación comprometida y altamente negativa para su funcionamiento diario. Yo soy voluntario y ejerzo mi trabajo en Cáritas, donde diariamente se abren las puertas para atender a las numerosas personas que vienen buscando ayudas de todo tipo.

Los voluntarios integramos esa ciudadanía comprometida con el cuidado de las personas. Somos un amplio colectivo –en Cáritas Santiago pasamos de 3.000– que con pequeñas acciones cotidianas intentamos frenar desigualdades, activar la esperanza y hacer del mundo un lugar más amable.

Los voluntarios formamos ese gran colectivo de atención a todas aquellas personas que están en situación de vulnerabilidad, que son víctimas de distintas violencias y que no participan en pie de igualdad. Nuestro trabajo consiste en visibilizar las causas de quienes sufren y actuar por un cambio de modelo social.

Los voluntarios son el motor de Cáritas. Sin ellos no sería posible llevar a cabo una misión de servicio organizado de la caridad que inspira su trabajo de acompañamiento y escucha a las personas que viven la injusticia de la pobreza. Fundamentamos nuestro trabajo en el cambio social hacia una sociedad más justa, y nuestro compromiso se basa en la coherencia para, desde la acción realizada, impulsar los valores de la solidaridad, la gratuidad y la igualdad.

Una vez al año alguien me recuerda, con la campaña nacional, que hoy se celebra el Día Internacional del Voluntariado y que soy voluntario. Solo pido fuerzas para poder seguir desarrollando un trabajo que libremente he escogido.

Ser voluntario

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