La cabeza, en otro sitio

Un pleno del Congreso de los Diputados nunca puede ser inoportuno. Bien es verdad que mejor sería dedicar todos los plenos a la discusión y aprobación de leyes y normas tendentes a hacer a los españoles más felices, en vez de al escrutinio de los chanchullos e ilícitos del partido en el gobierno, pero también lo es que esos chanchullos y esos ilícitos, los englobados en la trama Gürtel de la que Mariano Rajoy insiste en decir que no sabe nada, contribuyeron poderosamente a hacer a los españoles más desgraciados, más pobres, más desconfiados de la política y, con toda la razón del mundo, de la probidad de sus servidores.
La circunstancia de que todos los actores del pleno del pasado miércoles tuvieran la cabeza en otro sitio, en el reciente zarpazo del terrorismo, en el desafío independentista en Cataluña, en la gota fría o en la boda reciente, no significa, sino antes al contrario, que la dicha reunión plenaria en el Congreso para exigir a Rajoy responsabilidades por la Gürtel fuera extemporánea o inoportuna, cual se han cansado de repetir quienes no ven con buenos ojos que el presidente del Partido Popular y del Gobierno ofrezca, ni ahora ni nunca, explicaciones sobre la parte que le toca del saqueo de las arcas públicas y de la degradación de la política en manos de políticos venales.
Las cabezas de sus señorías, en ese días 30 de agosto, estaban en otro sitio, y la mayoría, por lo visto y oído en la sesión, en ninguno, pero siempre es oportuno indagar, y mejor que en ningún otro sitio en el Congreso de los Diputados, sobre dónde está el dinero que se ha robado y sobre las consecuencias de que un partido concurra más dopado que los otros a las elecciones. Ya que no las cabezas, que ni la mayoría de ellas saben dónde están, averigüemos dónde está el dinero que iba a los colegios, a las sanidad, a las pensiones, y que acabó quién sabe dónde.
También es verdad que la asonada de los secesionistas catalanes, el marrón que nos ha caído encima por su ocurrencia de apropiarse de un trozo de España, distorsiona la política y, en consecuencia, a las cabezas que de ella viven les cuesta estar donde deben, pero un pleno nunca es inoportuno. Mangar, por el contrario, siempre lo es.

La cabeza, en otro sitio

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