Pregunta sin respuesta

n el debate televisivo a siete del pasado día 1 y desde los atriles de la derecha, a la asustada –por decirlo con expresión fina- portavoz socialista, Adriana Lastra, le preguntaron varias veces por cuántas naciones hay en España. Amén de capciosa, la cuestión era de difícil contestación. Ella prefirió dar la callada por respuesta. 
 No era fácil, en efecto. Porque, depende. Con la letra de la Constitución en la mano, sólo una: la española. De acuerdo con el espíritu de la ley fundamental, tres; las llamadas nacionalidades que en su momento plebiscitaron afirmativamente estatutos de autonomía: País Vasco, Cataluña y Galicia. Y si se contemplan los estatutos vigentes,  ni se sabe, porque con el tiempo ha ido autodeclarándose tal hasta el lucero del alba. No obstante, la portavoz socialista dejó entrever que las puertas seguían abiertas a la plurinacionalidad.
Más grave fue la callada por respuesta que en el debate a cinco  del lunes dio su jefe de filas y probable ganador de las elecciones de hoy, Pedro Sánchez, sobre sus intenciones a partir de esta noche cuando  haya concluido el escrutinio: ¿de cara a una eventual investidura como presidente del Gobierno volverá a apoyarse sobre los independentismos de variada clase y color si los necesita para lograr las preceptivas  mayorías? Hoy votaremos con total ignorancia sobre esta fundamental cuestión. 
Meses atrás Sánchez vio con claridad que la cuestión catalana le estaba costando muchos votos. E inició una reconversión táctica, que es la que ha llevado a su programa y mítines para este 10-N. Electoralmente le ha interesado aparentar mano dura; aparecer como el nuevo látigo. Y una vez más ha echado mano del BOE y de las instituciones para así recuperar en terrenos perdidos. 
“Ahora Gobierno, ahora España”, ha sido su lema de campaña. ¿Y por qué ahora sí y antes, no?, se han preguntado muchos. No obstante, de su elocuente silencio al respecto cabe concluir con verosimilitud que no ha cerrado ni muchos menos las puertas a ser y comportarse como en el pasado reciente. De todas formas, todo lo que no sea ganar con claridad posiciones habrá de ser considerado como un fracaso personal y político.
Su empecinamiento en minimizar como  conflicto de orden público el insólito espectáculo de los encapuchados poniendo fuego a las principales calles de Barcelona y el no haber tomado medida extraordinaria y eficaz alguna al respecto evidencian que no ha querido incomodar a quienes pueden serle necesarios. 
Finalmente también iremos hoy a votar con  la impresión de que el resultado de las urnas será muy similar al de las elecciones del 28 de abril, hace algo más de medio año. Personalmente no lo creo mucho. Cataluña y el auge de Vox que repetidamente han pronosticado las encuestas pueden hacer cambiar el panorama. Otra cosa es que los números sigan sin dar para que sea efectivo.

Pregunta sin respuesta

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