Excusas peregrinas

Vilagarcía necesita un centro de salud. Cualquiera que vaya al médico en esta ciudad es consciente de ello. El ambulatorio de San Roque está amortizado. Ya cumplió su función y ahora se queda obsoleto para la labor del personal sanitario y, sobre todo, para la atención a los pacientes. Las carencias propias del edificio se suplen con buena voluntad y profesionalismo pero esto, que es encomiable, no es de recibo en la octava ciudad de Galicia.
Esta debe ser, pues, una de las prioridades en la gestión municipal y autonómica. El Concello debe agilizar la consecución de un terreno para que la Xunta asuma el coste de la construcción del centro de salud que Vilagarcía necesita y merece.
El gobierno socialista considera que la ubicación idónea sería la parcela del edificio de la antigua Comandancia de Marina, una opción que casa con los gustos de una buena parte de los vecinos, puesto que además de situarse en un lugar céntrico y accesible, tendría también buenas comunicaciones con una parada de autobuses al lado y con bolsas de aparcamiento tanto público como privado muy cerca, además de otras ventajas.
Una vez propuesta esta posibilidad, Ravella se dio de bruces con la realidad porque depende de terceros y ese tercero es el Puerto que, al parecer, tiene otros planes para ese inmueble.
Este choque de intereses entre instituciones que tendrían que ir de la mano está originando un divorcio en el que, como siempre ocurre, la parte más débil es la que pierde y en este caso son los vilagarcianos, porque no solo se trata del centro de salud, sino del uso de O Ramal y demás cuestiones en las que la Autoridad Portuaria y el Concello discrepan cuando lo adecuado sería mantener un diálogo fluido y no este tozudo silencio que a nada conduce.
Es lógico que el gobierno socialista trate de argumentar sus razones de por qué prefiere la Comandancia para el centro de salud a cualquier otro lugar, pero al mismo tiempo sería positivo que trabaje en una alternativa para que no haya ningún tipo de excusas por parte de ninguna administración en el caso de que esta puerta se cierre con llave y pestillo.
Por supuesto que hay que respetar las competencias de cada institución y que sus dirigentes gestionen la casa en la que están de paso como mejor entiendan y sepan, siempre y cuando sea con vocacion de servicio público, pero que a estas alturas de la película no se haya producido una reunión entre Alberto Varela y Sagrario Franco sobre este tema no es de recibo. No sé quien debe convocar a quien o el protocolo que es preciso seguir en estos casos, pero en las circunstancias actuales los personalismos sobran porque encima de la mesa están las infraestructuras sanitarias y un modelo de ciudad que, según mi parecer, debe marcarlo el gobierno de turno elegido por los vecinos en las urnas. Y después de esta entrevista lo adecuado sería comparecer ambos ante los medios para explicar a la ciudadanía los posibles acuerdos o los motivos que llevan a unos a pensar en el uso sanitario de la parcela de la antigua Comandancia y a los otros a considerar que eso no es lo más oportuno, para que cada cual saque sus propias conclusiones.
Porque, a fuerza de ser sinceros, eso de los gravámenes sobre el terreno suena a excusa peregrina y a un quedar bien político.

Excusas peregrinas

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