Los museos, como los del Instituto Smithsonian, no solo conservan cuadros y objetos: construyen un relato. El relato de la historia. A través de sus exposiciones se crea una conciencia colectiva que, como un embudo, recoge y proyecta los hechos más destacados del pasado y el presente.
El presidente de EE. UU., Donald Trump, consciente de este poder, ha ordenado una revisión ideológica de las salas para asegurarse de que todo en ellas encaja en su visión del "americanismo", libre de contenido "woke" (progresista).
Trump busca adaptar ese relato a la versión del movimiento MAGA (Hagamos a Estados Unidos Grande de Nuevo) -que él lidera- que se caracteriza por una visión extremadamente conservadora, por ensalzar una narrativa nacionalista y tradicionalista y rechazar cualquier enfoque crítico sobre su pasado, reduciendo la voz de las minorías estructurales.
"Entre los seguidores MAGA hay una fantasía sobre un pasado estadounidense en el que todo funcionaba y estaban orgullosos de su nación. Creo que Trump toma de referencia su época de juventud, pero si es así, demuestra ser un mal estudiante de historia. Fue una era de gran agitación social", afirma a EFE el historiador William Deverell.
Según recuerda, en esa época se consiguieron grandes avances que "mejoraron" el país: "Probablemente la Administración actual no lo ve así. Creo que quieren apuntalar una versión 'limpia' y edulcorada de la historia nacional", añade.
"El Smithsonian está FUERA DE CONTROL. Todo lo que se discute es lo horrible que es nuestro país, lo terrible que fue la esclavitud y lo poco que han logrado los desfavorecidos, nada sobre el éxito, nada sobre lo positivo, nada sobre el futuro", escribió Trump en su red social Truth Social esta semana.
Unos días antes, la Casa Blanca había enviado una carta al director del instituto para informarle de que llevarán a cabo "una revisión interna integral" de ocho de sus galerías, consideradas entre las mejores del mundo.
“Es algo propio de un régimen autoritario, de los nazis o de los tiempos de Franco en España”, explica Scott Manning, profesor de Humanidades de la Universidad de Siracusa (Nueva York). "Todos quieren controlar la historia que cuenta la historia".
En la misiva, la Administración explica que buscan celebrar "el excepcionalismo estadounidense" y eliminar "narrativas divisivas o partidistas".
Smithsonian, al ser consultado al respecto por EFE, defendió, en un corto comunicado, su compromiso con "la excelencia académica, la investigación rigurosa y la presentación precisa y objetiva de la historia", aunque aseguró que colaborará con la Casa Blanca.
Más de un 60 % de la financiación de los museos de este prestigioso centro depende del Congreso y de fondos federales. Por eso Trump tiene capacidad para presionar y ya ha amenazado con dejarlos sin fondos.
"Durante mucho tiempo, hemos considerado a los museos como centros de información en los que esperamos encontrar imparcialidad. Pero estamos entrando en una época en la que incluso los museos nacionales, como el Smithsonian, tendrán ahora una figura partidista impuesta en lugar de buscar un enfoque equilibrado de la historia", lamenta Manning.
En su mensaje el mandatario lamenta que no hay "nada sobre el éxito" ni sobre "lo positivo" de la historia de EE.UU., algo que, sin duda, pone de manifiesto la carga subjetiva de ambos conceptos.
El Museo de Historia Americana tiene en exposición el lunch counter (mostrador de almuerzo) de Greensboro, donde jóvenes negros iniciaron la lucha contra la segregación. Pero celebrar y recordar el fin de una sociedad más racista que la actual no parece suficiente positivo para el republicano.
Igual que en el Museo Nacional de Historia y Cultura Afroamericana, donde se encuentra el manuscrito original del 'I Have a Dream' de Martin Luther King. Pero igual.
O como cualquier exposición que reivindique al colectivo LGTBIQ+ como la que iba a acoger la National Portrait Gallery de la artista Amy Sherald, retratista de Michelle Obama. Ella misma acabó cancelándola porque le avisaron de que uno de sus cuadros, en el que una mujer trans representaba a la Estatua de la Libertad, podría ofender a Trump.
En mayo, el mandatario despidió a la directora de ese centro.
El proceso es similar al que usó con las universidades, donde paralizó las visas de estudiantes de algunos de los centros más prestigiosos del mundo, con el único fin de silenciar las protestas propalestinas. Ambos casos responden a una misma intención: callar todo lo que salga de la realidad MAGA.