Vacaciones en Palacio

eo que Pedro Sánchez, nuestro ilustre presidente, se ha gastado una pasta en temas de nutrición, medicina y seguridad en sus vacaciones en La Mareta. Por lo visto ha “blindado” el palacio por tierra, mar y aire. No deja que pasen barquitos cerca, tomando fotos indiscretas. Imagino a Sánchez con un catalejo desde la parte alta del edificio (ojalá un torreón como en los libros de Los Cinco) oteando posibles minisubmarinos a lo James Bond acercándose amenazantes y la Viuda Negra buceando y colándose por un colector y luego avanzando por los conductos de aire acondicionado como Alien, que hizo un cameo la semana pasada en esta su columna, amigo lector.


Pedro está desmejorado, delgado, con ojos centelleantes como decimos los novelistas. Yo de él volvería a enterrar al de Ferrol en el Valle de Cuelgamuros. Mi vena conspiracionista siempre afirma que, al sacar al dictador de su tumba, en aquella escena tan berlanguiana, se desató la ira ancestral y milenaria de los faraones egipcios y lanzaron una maldición poderosísima contra elestadoespañoestenuestropaís, que se ve azotado una y otra vez por los elementos. Nos falta el terremoto, pero no quiero mentar a la bicha, que ya nos llega con los incendios devastadores. Por ahora, Pedro no se cambia la camisa, que lleva en todas las desgracias y cataclismos que nos azotan. ¿Comprará todas iguales para no perder tiempo en decidir, como hacen los genios? Algún día lo sabremos.


Mientras Pedro otea el horizonte lleno de amenazas y promesas, los demás políticos también disfrutan de vacaciones, más o menos desaparecidos y encontrados en el templo. Yolanda, siempre tan presta a encontrar pellets con cedazos en la playa, buscando oro cual Fanciulla del West, hizo una aparición para recomendar libros woke ladeando la cabecita, otra en una manifa recordando viejos tiempos de puño en alto y ropa de Amancio y al fin la vimos contestando llamadas de teléfono, Hola Rafaela. Feijóo imagino que está con los náuticos, los pantalones chinos, la camisa remangada y el dedo en la manguera para hacer dos chorros como acostumbra cuando hay fuego. Abascal, con la camisa más cinchada que un legionario con retención de líquidos. Oscar Puente andará en el yate o en la playa con alguna rubia mona y el sempiterno teléfono contestando tuices y bloqueando con su delicadeza habitual. Irene, en la playa, bronceándose con sonrisa limpia y pensando en las tapas que su esposo está ideando en la Taberna Antifascista Garibaldi. Pablo ya no es político, Pablo ya no es profesor. Pablo es empresario. ¿Quién lo iba a decir? De conquistar el cielo por asalto a idear nuevos platos con nombres retro. Todo el mundo come, se muere y la mayoría necesita diversión, así que una taberna antifascista es una “idea giniale”, que decía Romano, el de ‘Ojos Negros’ (el oscar arrebatado a Marcello Mastroianni aún duele) y seguro que le va bien, cualquier comida o bebida será una lucha titánica contra el nazismo, el fascismo y cualquier “ismo” que le pete a nuestro ex vicepresidente segundo, ahora reconvertido en empresario de éxito.


Parecía que el verano era tiempo de tranquilidad, pero enestenuestropaísestadoespañol no hay forma de tener un mes pacífico. Ya queda menos para volver a la rutina, aunque en Coruña siempre viene el buen tiempo de verdad en septiembre y octubre, cuando los días son cortos y cantan la alondra y el ruiseñor. Con la rutina volverán los políticos a tocarnos las gónadas, que de eso se trata la política actual: de buscar maneras de que el obrero sufra.

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