Los trabajos arqueológicos fruto del convenio entre el Concello y Mercadona ya comenzaron en la finca pegada al supermercado, donde apareció la puerta marítima que lo cambió todo, en palabras de Israel Picón, director de unas excavaciones donde participan ocho arqueólogos de A Citania.
Es una estructura de 2,10 metros de ancho con una rampa por la que, en plena Edad de Hierro, entraban los barcos al Alobre. Un yacimiento que, hasta hace no mucho, se pensaba que tenía unas dimensiones mucho menores y que, sobre todo, no llegaba hasta la zona de la carretera. Cabañas, un muro de combustión sellado con berberechos que muestra que allí se cocinaba este manjar de la Ría pero, sobre todo, la puerta marítima, desmontaron esta teoría y otorgaron al Castro Alobre una gran relevancia.
"Portas como esta, que eu saiba, non se coñecen no conxunto do noroeste peninsular", destaca Picón. Datada en el siglo V antes de nuestra era y separada por unos 170 metros de la cetárea romana (sobre el siglo IV de la era actual), lo primero en aparecer durante los trabajos ya realizados en 2019, ahora los arqueólogos quieren desvelar cómo se pasó de la Edad de Hierro a la Antigüedad. El secreto está precisamente en esa franja, donde se centrarán los esfuerzos.
Los trabajos comenzaron el miércoles con la retirada de la tierra y desde ayer ya se encuentran con la limpieza de la puerta marítima. El alcalde, Alberto Varela, visitó la zona y destacó el apoyo de Mercadona, que cede el uso de mil metros cuadrados de la parcela por 50 años, sufraga tanto las excavaciones como parte de la musealización, con 65.000 euros. El Concello se encargará de conectar esta zona con el Valdés Bermejo a través de una entrada. “A nosa primeira preocupación cando soubemos que se instalaría un súper eran os restos arqueolóxicos”, explica Varela, que destaca la colaboración en todo momento de la empresa. “Foi moi doado chegar a un acordo”, dijo el alcalde, que recordó que todas y cada una de las actuaciones contaron con control arqueológico e informes favorables. Los hallazgos, apuntó, son muy importantes porque se podrá dar a conocer “o orixe da nosa cidade”.
En un área superior, al sur de donde se encuentra la parte del castro excavada hasta ahora, trabajaron también los arqueólogos del CSIC-Incipit, ampliando aún más las dimensiones del yacimiento pero con dificultades en la detección de restos debido a la presencia de restos de botellón y otra basura. Varela lanzó un mensaje para pedir conciencia “cívica”, pero consciente de que no es suficiente, descartó cerrar por las noches y aboga por un mayor control policial. “Non é sinxelo. É unha zona que queremos que sexa de disfrute para a cidadanía”, apuntó el alcalde.
Cuando la empresa A Citania llegó al predio número 15 de la finca de Valle Inclán, lo que se buscaba, explica Israel Picón, era la necrópolis de Arealonga, sobre la que ya había documentación, tanto de Fermín Bouza-Brey como de Federico Mancilleira y la ficha oficial, elaborada por el vilagarciano Vicente Caramés, pero no se sabía dónde estaba. “Nós non estabamos aquí polo castro, aínda que era zona de influencia”, apunta el arqueólogo. Aquellas primeras intervenciones, ya hace seis años, fueron dirigidas por María Martín Seijo.
“Aquelas sondaxes amplísimas realmente non aportaron moito ata chegar á cetárea”, explica el arqueólogo. Sobre la fábrica de salazón romana también había documentación. Aquel hallazgo puso fin a la primera intervención. En 2021, regresaron los arqueólogos de A Citania, en esta ocasión dirigidos por Luis Cordeiro, que por primera vez localiza en el predio de Valle Inclán una cabaña castrexa, “na que apareceu escoira, polo que se interpretou que era de fundición” y que amplía ya el tamaño del yacimiento, más allá de la zona alta.
La Dirección Xeral de Patrimonio ordena ese año una ampliación de los trabajos y es ya cuando Cordeiro localiza “dous enterramentos, sen axuar, sen caixas, directamente no sustrato”, que ahora está estudiando el profesor Edgard Camaros, para su datación. “Todavía non temos datos”, apunta Picón, que en la siguiente intervención asumió la dirección de los trabajos.
“Xa só quedaba unha zona por estudiar”, explica. Y ahí apareció la gran sorpresa, una puerta marítima “única, ao menos que eu coñeza, no noreste peninsular. Hai cetáreas noutros castros de Galicia, pero non teñen unha porta mariña”. Con su rampa para los barcos, Picón explica que lo que les dio la pista para diferenciarla de una vivienda, en los primeros momentos, fue el esquinado.
Ya cuando los arqueólogos no esperaban más sorpresa, aún apareció una maás. “Localizamos unha estructura duns 50 centímetros a pedra seca, sen argamasa e a ambos lados estructuras de combustión totalmente selladas por cunchas de berberechos”, explica Picón. Era el lugar donde se preparaban los bivalvos. Patrimonio dio orden de taparlo, para garantizar su estabilidad, pero fue documentado. Se encuentra en la propia finca del aparcamiento de Mercadona, que renunció a espacio para los coches a medida que fueron surgiendo los hallazgos. “A porta mariña eu creo que foi o que convenceu a todos para esta excavación”, explicó Picón. Un equipo de ocho arqueólogos estará durante tres meses (pueden prolongarse en el caso de nuevos descubrimientos de importancia) para analizar el área que separa la cetárea de la puerta, y que podría arrojar luz sobre cómo vivieron en época romana con infraestructuras de 800 años antes. Comenzaron con el derribo del secadero y ahora se encuentran con la limpieza de la puerta. El resto se encuentra protegido con áridos y textil. . La musealización será en 2026. Además de Picón, coordinan los trabajos Roberto Aboal y Aldara Rico, como directora de restauración