Síndrome del Norte

“Este miedo difuso, /esta ira repentina, /estas imprevisibles y verdaderas ganas de llorar”. Estos versos del poeta Ángel G. describen a la perfección lo que es el síndrome del Norte, ese grave trastorno psicológico que afectó a guardias civiles, policías, militares y ciudadanos residentes en el País Vasco y Navarra debido a la extrema tensión a que fueron sometidos. 


El Estado y las asociaciones se han desatendido de aquellas víctimas que no están en disposición de demostrar heridas físicas o psíquicas producidas en atentados documentados, a sabiendas de que las acciones de la banda, en la crudeza de sus muchas expresiones, eran generalizadas y continuas, privándolas así de ese reconocimiento y de los derechos que le son inherentes.


Al hablar de este síndrome nos referimos a una certeza terrible dentro de la actividad terrorista: la destrucción psíquica y física de miles de personas que fueron amenazadas, perseguidas, agredidas, rechazadas y alienadas. Situación que desembocó en un importante deterioro de sus relaciones profesionales, familiares y sociales pasando a ser tratadas como sociópatas o delincuentes cuando solo eran enfermos. 


Reparar esta palmaria injusticia, tan como lo fue la actividad terrorista que la provocó, no exige sino voluntad. Sin embargo, para el Estado estas víctimas siguen siendo invisibles, fantasmales seres entregados no al indolente abandono de la desmemoria, sino a la indecencia del calculado olvido.

Síndrome del Norte

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