Los vecinos y trabajadores de Vilagarcía de Arousa se vieron en la obligación de paralizar sus rutinas durante las más de 15 horas que abarcó el apagón peninsular, una situación surrealista que a muchos les recordó a lo vivido durante los meses de cuarentena con motivo de la pandemia por el coronavirus.
Durante el transcurso de un lunes cualquiera, a partir de las doce y media del mediodía se dio el monumental corte del suministro eléctrico, el cual dejó sin luz, conexión a internet y sin poder comunicarse a toda la población arousana, quien se movilizó a los supermercados, gasolineras y otras tiendas de útiles en busca de suministros ante la incertidumbre de cuánto tiempo abarcaría la situación.
Por su parte, muchos negocios se vieron obligados a cerrar sus establecimientos, ya fuese por los impedimentos ocasionados por la falta de electricidad o por el temor a no poder comunicarse ante cualquiera incidencia.