Conste que no soy yo quien llama ‘el tipo ese’ a ese tipo. Ha sido su predecesor en el despacho más poderoso del mundo quien lo ha calificado así, porque ni nombrarle quiere. El tipo ese bate cada día sus propios récords de desfachatez, mala educación y despropósitos. A mí, que estoy lejos de ser un fanático, y menos apóstol, de religión alguna, me ha causado profunda irritación que ese tipo haya lanzado en su propia red social, llena de provocaciones y mentiras, como no podía ser de otro modo, una fotografía de él mismo, vestido por la Inteligencia Artificial –que misiones más altas debería tener– de Papa de Roma. Ahora que va a comenzar el cónclave de la nueva era, para la Iglesia católica y para el mundo, se ha permitido decir que le gustaría “ser Papa; creo que sería un gran Papa, nadie lo haría mejor que yo”. Y ya, de paso...
Y ya, de paso, el tipo malcriado, que confunde espontaneidad con ofensa, ha lanzado a sus lebreles internacionales a desprestigiar a alguno de los cardenales que ‘suenan’ como más probables sucesores de Francisco, el italiano Parolini y el filipino Tagle.
Defiende Washington la candidatura de un cardenal claramente ultra, inmerso en causas que ya no defiende una Iglesia comprometida con valores precisamente contrarios al tipo ese: tolerancia con la migración, amparo a los más desposeídos, comprensión hacia los diferentes y otra serie de apelaciones que ni el tipo ese ni, al parecer, ‘su’ candidato en la Curia a la silla de Pedro siquiera entienden y menos atienden.
Creo que la semana que comienza es fundamental para saber por dónde caminara la Iglesia de Roma, si por los senderos que marcó el admirable Bergoglio o por otros nuevos, más ‘conservadores’, acordes, dicen, con los tiempos que nos quiere marcar a todos el tipo ese que se ha hecho con la Casa Blanca. Sabe el tipo ese, que se piensa el más poderoso del mundo, y que acaso, glub, lo sea, que solamente hay una fuerza capaz de ponerle freno: la superioridad moral de quien representa a un ‘ejército’ pacífico de mil cuatrocientos millones de personas, los católicos.
Entiendo poco de cónclaves, aunque he vivido varios a lo largo de mi vida, y menos de deliberaciones ni ayudas del espíritu Santo a la hora de la elección, como aún reclamen algunos príncipes de la Iglesia. Sí sé lo que nos jugamos si no acertamos, porque en este envite nos va mucho a todos, con una figura que quiera y pueda poner freno al tipo ese que, además de todo lo que ya es para nuestro mal, se burla proclamando que quisiera también ser el Sumo Pontífice de una institución milenaria que es precisamente lo opuesto a lo que él dice, quiere y representa.
Aunque el tirano se vista en su red social de Papa, tirano se queda. Al tipo ese, la vestimenta le queda como a un santo dos pistolas, que proclama el dicho popular. Fumata bianca contra lo que representa el tipo este, que solo busca la provocación y la confrontación, sería, para mí, lo deseable. Porque el próximo Papa tiene una misión sustancial: frenar esta locura.